En un principio circuló la versión de que Mariano Cordi se había suicidado. La policía había encontrado documentación y rastros de sangre el jueves por la noche en la zona del cerro Challhuaco.
Lo encontraron horas después, tirado en el suelo, semi inconsciente entre los pastizales y con claras señales de deshidratación, cerca de las 10 de la mañana. Fue trasladado en helicóptero a la ciudad de Bariloche.
La búsqueda del hombre se orientó, en principio, al barrio El Frutillar donde tenía su casa; y después al paraje Ñirihuau, zona en la que había vivido durante su infancia. En los allanamientos, la Policía encontró armas de elaboración casera y también explosivos.
Las pesquisas estiman que después de asesinar a Valeria, Cordi se aprovisionó, cargó su mochila, el arma y se dirigió hacia la zona del Chalhuaco, donde se mantuvo oculto y a la intemperie en un sector de difícil acceso.
Mariano Cordi habría intentado quitarse la vida durante su fuga. Debido a su precaria condición física, el femicida fue trasladado en helicóptero hasta el Hospital Zonal de Bariloche para ser asistido. Una tomografía computada detectó una herida de bala en la cabeza y debió ser intervenido.
Valeria era madre de dos hijos de 9 y 16 años y trabajaba en el Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia (Caina) de Bariloche. Frente al Centro Cívico de Bariloche se movilizaron organizaciones sociales junto a vecinos y vecinas reclamando justicia por Valeria.