Sky Rojo, Girl Power para el público masculino

¿Qué decir de Sky Rojo que no se haya dicho ya? Sí, ya sé, llegué tarde a la discusión. Pero, como me gusta discutir, la quiero dar en este espacio también. Sky Rojo es, lisa y llanamente, una publicidad de ropa interior con pinkwashing (pues, sí, hay una lesbiana) y purplewashing.

Para quienes aún no sepan de qué trata: Rubí, una mujer víctima de trata, mata en defensa propia a su captor (dueño del burdel donde la explotan y abusan) y escapa, junto a otras dos mujeres que la ayudaron (Wendy y Coral, una víctima de trata y la otra trabajadora sexual), de los socios de este. Así empieza el primer capítulo. Luego, la serie va y viene entre el presente y el pasado y así nos vamos enterando de las historias individuales de las protagonistas y también de las de los “malos” de la película.

Escuché por algún lado que Sky Rojo muestra la realidad de la prostitución y denuncia, de alguna manera, los abusos que sufren las personas que la ejercen… Pues no mi cielah. A ver, yo no voy a ponerme a hablar de trabajo sexual, pero basta con ir a las fuentes (es decir, a las trabajadoras sexuales, como Georgina Orellano, que tiene unas destacadas al respecto) o, simplemente, con vivir en este mundo, para darse cuenta de que difícilmente todes les trabajadorxs sexuales sean mujeres cis hegemónicas blancas (perdón, hay UNA cubana afroamericana, perdón, perdón) ni todos los cafishios unos chongazos tremendos que en el fondo son buenos porque rescatan animales y saben que lo que hacen está mal (sí, hasta hay un burdo intento de hacernos empatizar con el cafishio).

Para colmo, la serie que se supone que denuncia las atrocidades de la prostitución utiliza, curiosamente, una estética muy bella (eso sí es algo en lo que le pongo un 10), como de cuento de hadas, para mostrarnos los cuerpos hegemónicos de las protagonistas. Los culos y tetas en primer plano no se terminan cuando ellas están fuera del burdel; hasta las escenas de violación parecen una película porno.

En conclusión, no vean Sky Rojo. Confunde trabajo sexual con trata y termina romantizando lo que dice denunciar. Netflix nos da otra serie girl power pero que apunta al público masculino.

Veneno y las transiciones

Cristina, La Veneno, Ortiz fue un ícono travesti-trans español durante los 90s. Fue “descubierta” en el 96 por una periodista que fue a buscar “travestis” para un especial del programa “Esta noche cruzamos el Mississipi” a un conocido parque donde se desempeñaban trabajadorxs sexuales. La Veneno terminó trabajando como participante permanente del programa de TV y dio un salto a la fama, donde se mantuvo durante algunos años. Luego, como suele suceder en el medio, cayó en el olvido. Años después, una periodista trans llamada Valeria Martínez la contactó para escribir sus memorias. El libro terminó publicándose unos diez años después y, al poco tiempo, Cristina falleció.

Veneno es una serie biográfica, pero no solo sobre Cristina, sino también sobre Valeria. Nos cuenta, casi al mismo tiempo, las historias y las transiciones de ambas mujeres, en épocas y bajo circunstancias distintas. Cristina, nacida en un pueblito en los años 60, con una familia que no la aceptaba y un entorno que la repelía, tuvo que irse de su casa muy joven y vivir una vida muy dura. Valeria, en cambio, que realizó su transición 40 años después, tuvo la contención de su madre y de sus amigues. Esta diferencia entre las historias de ambas mujeres, se muestra también desde las similitudes: los entornos son distintos, pero podemos ver a Cristina y a Valeria, a pantalla partida (casi como si los eventos no estuvieran sucediendo en dos puntos distintos en el tiempo), compartiendo los mismos momentos clave en sus vidas, aunque cada una los vive a su manera, de la mejor forma posible.

La diferencia, por supuesto, además de de época, también es de clase. Tanto en las transiciones como en sus vidas como mujeres trans, Cristina y Valeria son tratadas de forma distinta. La mujer humilde y de pueblo es espectacularizada, mostrada en los medios como un fenómeno, como un chiste. Valeria, la chica de clase media, en cambio, es tenida en cuenta en los ámbitos laborales y académicos, y respetada por sus logros. Pero la serie no solo hace la comparación entre una y otra mujer trans y una y otra transición. También nos explica que las historias están conectadas, que el camino de Valeria pudo existir gracias al camino que anduvo Cristina, y que una no es tan distinta de la otra, después de todo. La Veneno, esa persona que sólo podía cumplir los roles de entretenimiento o víctima, es, a los ojos de Valeria, una referente, y eso es lo que vemos cuando miramos la serie: la resignificación de una figura hecha a imagen y semejanza de los medios patriarcales.

The Assitant, el mensaje en el detalle

Después de un leve receso, ¡aquí estamos de nuevo! Esta vez, les traigo una película que me impactó mucho por todo lo que dice con muy poco: The Assistant. Esta es la historia de un día de trabajo de Jane, asistente de un importante productor de Hollywood. Desde las primeras escenas vemos cómo ella, por ser mujer, debe esforzarse más que sus compañeros varones: la vemos llegar a la oficina cuando aún es de noche y, por una charla con sus compañeros (que llegan ya entrado el día) nos damos cuenta de que trabajó durante el fin de semana. Estas imágenes del principio marcarán la premisa del resto de la película.

A lo largo de su día de trabajo, vemos cómo Jane se ocupa de muchísimas tareas que exceden a su cargo y que sus compañeros no realizan: ocuparse de lidiar con cuestiones personales de su jefe (como mentirle a su esposa por él), ordenar las habitaciones luego de las reuniones y lavar los platos y tazas de toda la gente de la oficina. Además, está constantemente bajo la presión de hacer todo a la perfección y es tratada como inferior incluso por los colegas que comparten su mismo rango. Este clima laboral opresivo y tóxico es aceptado por toda la gente que la rodea como un rito de iniciación completamente natural y por el que debe pasar si quiere crecer en ese ámbito.

Pero lo bello de la película no está en lo que se muestra, sino en lo que se sugiere, que es lo que Jane percibe. Jane casi no habla, tiene pocas líneas porque su interacción con las personas que la rodean es poca, pero dice mucho con sus gestos, sus miradas y lo que mira. A través de sus ojos podemos ver pistas y detalles que nos sugieren que, detrás de las puertas que se le cierran a la asistente, suceden cosas que no deberían suceder y que son naturalizadas por la mirada despiadada de les cómplices. The Assistant es una película para mirar con atención y descifrar todos sus detalles.

Dementia, la joya perdida del film noir

Hoy, les traigo un clásico del cine de terror un tanto desconocido: Dementia (Demencia). Dementia es una película corta, de una hora, de 1955, que sigue a una mujer en una noche de frenesí irracional, en la que nos cuesta distinguir la fantasía de la realidad.

La protagonista (no tiene nombre) se despierta en su habitación de hotel después de una pesadilla y, como poseída por una locura momentánea, sale a las calles nocturnas de la ciudad. Agobiada por un sueño premonitorio, camina sin ningún rumbo fijo y se cruza con muchos hombres, que la acosan y le hacen sentir su superioridad.

Si bien Dementia no tiene específicamente una temática de género, me interesó el hecho de que muestre la ciudad de noche como un ámbito hostil y peligroso para esta mujer (y para todas). Los hombres están representados como predadores dispuestos a atacar, que le hacen entender a la protagonista que las calles no son de ella, que no pertenece a la vida nocturna. Y todo eso se da a entender sin ningún diálogo. Sí, la película es muda.

Así que aquí les dejo una propuesta interesante para este domingo lluvioso, una joyita del film noir que no tiene nada que envidiarle a sus contemporáneas más conocidas.

La jauría, un análisis sobre la masculinidad

Según Rita Segato en “La guerra contra las mujeres”, “la expresión ‘violencia sexual’ confunde, pues aunque la agresión se ejecute por medios sexuales, la finalidad de la misma no es del orden de lo sexual sino del orden del poder; no se trata de agresiones originadas en la pulsión libidinal traducida en deseo de satisfacción sexual, sino que la libido se orienta aquí al poder y a un mandato de pares o cofrades masculinos que exige una prueba de pertenencia al grupo”. La recomendación de hoy retrata este concepto a la perfección. Hoy les traigo “La Jauría”.

La Jauría es una serie chilena sobre el secuestro y violación de una adolescente, Blanca, que lidera una protesta en su escuela secundaria contra un profesor abusador. Pero la de Blanca no es una violación al azar, a medida que avanza la investigación para encontrarla nos enteramos de que un grupo de hombres que se hacen llamar “La jauría” opera en la clandestinidad para secuestrar y violar mujeres a modo de aleccionamiento. Ante la avanzada feminista, hombres poco dispuestos a resignar sus privilegios se organizan, y reclutan adeptos invocando al mandato social que les exige una muestra de masculinidad.

La jauría, más que una serie, es un análisis sobre la masculinidad tóxica y cómo opera a través de la violencia y el pacto de silencio. Deja picando el debate sobre la necesidad de construir nuevas masculinidades y destruir viejos mandatos.

Swallow: tragarse al patriarcado

La recomendación de hoy es una película que me gustó muchísimo: Swallow, que en inglés significa “tragar”. Hunter es una ama de casa esposa trofeo, confinada a los límites de su casa, con un marido rico, sin trabajo y sin amigues ni familiares. En cuanto se entera que está embarazada, Hunter comienza a desarrollar un trastorno alimentario llamado “Pica”, que consiste en el deseo irresistible de comer sustancias u objetos poco usuales o no alimenticios.

Desde la primera escena, la construcción del personaje explica a la perfección la patología que luego desarrolla, que no es tanto una enfermedad, como una forma de expresarse y salir de la prisión domiciliaria en la que se encuentra. Al principio, vemos un montaje de Hunter en su casa y un cordero siendo llevado al matadero. Luego, ese mismo cordero es presentado en la mesa familiar del marido de la protagonista. Esa comparación resume a la perfección la relación de Hunter con su esposo y la familia de él y resume toda la película: Hunter es ese cordero atrapado en un ambiente hostil, en el que no se lo tiene en cuenta y se lo trata como un objeto. Todo lo que hace el personaje es acorde a esta idea: Hunter casi no tiene diálogos, cuando habla la interrumpen o no la escuchan, su voz es suave y sus movimientos mínimos, casi como si no quisiera que sus depredadores la notaran.

Hasta su hije le es ajene: no nos enteramos por Hunter del embarazo, ella no lo verbaliza, sino que es su marido quien lo anuncia a su familia diciendo “estamos embarazados”. Esa pérdida de la personalidad y la individualidad es lo que la lleva a comerse cosas como canicas o clavos. Hunter intenta mantener el control de su propio cuerpo. A su vez, los cuerpos extraños, una vez expulsados, son atesorados como algo propio, algo más propio y menos ajeno que su hije, que no pareciera ser deseado. Esta película es además, una joya visual. Como prisionera en su propio hogar, Hunter está, en la mayoría de las tomas, insertada dentro de algún marco (ventanas, puertas, etc). Pero sus intentos por liberarse no pasan desapercibidos, más allá de la acción de comer cuerpos extraños, nuestra protagonista intenta expresar su individualidad decorando su casa-prisión con pequeños detalles coloridos en medio de un beige muy similar al de la casa de sus suegres, cabezas de la dinastía familiar.

Por todos los detalles visuales y las sutilezas en la interacción de los personajes, que ayudan a construir esa idea de encierro y desidia, Swallow es una joyita que no se pueden perder.

Hilda, la valiente

Llegó el verano! Y llegó también el receso escolar. Para este contexto en el que no se puede salir mucho o muchas personas no pueden o no quieren irse de vacaciones, les traigo una recomendación para les más pequeñes: Hilda.

Hace unos años ya había recomendado la primera temporada de esta serie animada basada en los cómics del mismo nombre, pero les refresco por las dudas: Hilda es una niña que vive en una casa en el bosque, un lugar lleno de criaturas fantásticas que forman parte de su vida cotidiana. Un día, su madre decide mudarse a la ciudad de Trollberg. Al principio, Hilda se opone porque no quiere dejar una vida de aventuras, pero luego se da cuenta de que en la ciudad hay tantas o más cosas y situaciones extrañas.

Esta niña intrépida y valiente vuelve en una segunda temporada, un poco más cerca de la adolescencia, lo cual le trae algunos conflictos con su madre que, si bien no son el centro (lo principal son las diferentes situaciones con trolls, brujas y criaturas de todo tipo) se dejan entrever y se desarrollan a lo largo de los 13 capítulos. Lo que más me gustó de esta serie (en la primera y segunda temporada) es el rol completamente activo y protagónico de las mujeres: desde Hilda y su madre (madre soltera que, por lo visto, crió a su hija sola) hasta las personajes secundarias, todas son figuras audaces, arriesgadas y aventureras. En esta temporada, además, se suma un aquelarre a la historia, símbolo de unión y sororidad.

Por eso, xadres, no desesperen. Si no pueden o eligen no irse de vacaciones y tienen que pasar más tiempo en casa por la pandemia, vean Hilda con sus niñes, ustedes también lo van a disfrutar.

Doble función de slashers sororos: Black Christmas (1974 y 2019)

¡Hoy esta sección tiene función doble! Y qué mejor para esta época que unos buenos slashers navideños. Quienes siguen las recomendaciones de los domingos saben que yo aprovecho cada oportunidad para meter una película de terror, bueno, esta vez aproveché y metí dos: dos versiones diferentes de Black Christmas, el clásico de 1974 y la versión de 2019.

Ambas películas siguen la misma premisa (aunque no se podría decir que la de 2019 es una remake): un grupo de chicas de una fraternidad de EEUU que son acosadas por un asesino. En los dos casos, las chicas reciben llamadas y mensajes obscenos y amenazantes (en la versión de 2019 por celular, en la de 1974 por teléfono de línea) y en ambos casos las autoridades, en un principio, no se las toman enserio. ¿Por qué las elegí? Porque me parece que rompen con algunas premisas del mundo de los slashers y tocan algunos temas poco comunes. Para empezar, ambas versiones muestran cómo las denuncias de las mujeres suelen ser minimizadas, cómo en ambos casos quienes denuncian la desaparición de una amiga son tratadas de exageradas e infantilizadas por parte de (¡oh, sorpresa!) policías varones. Segundo, también muestran el odio misógino hacia mujeres independientes, que no se ajustan a mandatos patriarcales.

La película de 1974, además, trata un tema que, hasta ahora, nunca vi en ningún otro slasher: el aborto. La actriz principal queda embarazada y pretende abortar, pero su novio se opone. Esto lleva a una discusión entre ambos que amé, porque el planteo de ella es muy real y tiene que ver con el deseo de hacer otra cosa con su vida, mientras que el planteo de su pareja tiene que ver con el deseo egoísta de llenar el agujero que deja una vida académica poco satisfactoria y el fracaso en sus objetivos personales. En la versión de 2019 también a la protagonista un varón intenta quitarle el poder de decidir sobre su cuerpo pero, en este caso, a través de una violación. La película se sitúa después de la violación y nos muestra cómo ella queda expuesta a las críticas y rumores y cómo se genera a su alrededor la discusión entre quienes no le creen y quienes sí, mientras que su violador queda intacto e impoluto.

Mientras que la versión de 1974, si bien trata ciertos temas interesantes que tienen que ver con la desigualdad de género, es más bien un slasher hecho y derecho, la de 2019 gira en torno a lo que se llama “girl power”. Las jóvenes de esta Black Christmas se enfrentan literalmente a una organización de varones que fueron durante mucho tiempo los dueños de la universidad. Esta versión es mucho más literal, por momentos demasiado, pero lo que me gustó es que no hay una “final girl” que sobrevive porque es buena alumna y virgen, mientras que sus amigas sexualmente activas mueren (como una especie de castigo por “puta”), sino que son todas las mujeres hermanadas en la sororidad las que sobreviven.

Más allá de todas estas cuestiones, nunca está de más un buen slasher, en particular si es navideño.

Mrs. America, el feminismo y sus contradicciones

¡Arranca diciembre y vuelven las recomendaciones! Para este finde largo, les traigo una serie para maratonear: Mrs. America. Mrs. America sigue la historia de Phyllis Schlafly, una estadounidense conservadora que organizó a otras mujeres de su círculo en contra de la Enmienda de igualdad de derechos entre varones de mujeres, allá por los años setenta. Si bien la serie tiene como protagonista a Schlafly, no relata solo su vida, sino también la historia del movimiento feminista estadounidense y sus contradicciones internas, además de retratar a la perfección la experiencia de ser mujer e intentar hacer política, sea cual fuere tu ideología o partido.

Phyllis Schlafly, magistralmente interpretada por Cate Blanchette, se enfrenta a lo largo de la serie al contradictorio debate entre su militancia política y su rol de ama de casa. El tiempo invertido en su actividad política y la notoriedad que comienza a tomar le traen problemas con su marido y amenazan el estilo de vida que ella defiende. Por otro lado, vemos cómo le cuesta introducirse en el mundo de la política, las concesiones que debe realizar y las negociaciones con hombres que la menosprecian y la subestiman constantemente.

En la vereda de enfrente la cosa no es tan distinta. Nos encontramos con mujeres que batallan contra cómo se las representa en los medios de comunicación: locas, histéricas y exageradas; lidian con compañeros sexoafectivos que las tratan como una amenaza y con hombres que las cosifican y las minimizan, y luchan por tener representatividad e imponer agenda en espacios políticos que las relegan constantemente a ser un adorno. Además, tienen que resolver las innumerables contradicciones internas y las diferencias.

Todos estos dilemas están representados de una forma maravillosa a través de las miradas de estas mujeres. Pero no todo lo que brilla es oro y tengo una crítica que, si bien no afecta la calidad de la serie, es importante: la enorme mayoría de las actrices elegidas para interpretar los personajes son hegemónicas. Si bien todes amamos a Cate Blanchett y Sarah Paulson y hacen un trabajo excelente, quizás llegó el momento de tener en cuenta la diversidad de cuerpos a la hora de hacer los castings. Más allá de eso, mi recomendación es que se instalen en un sillón/silla/cama y metan una maratón de Mrs. America.

Una mujer fantástica

Para hoy, les traigo una película galardonada: Una mujer fantástica, que en 2018 ganó el Oscar a mejor película de habla no inglesa. Este film cuenta la historia de Marina, una mujer trans que está en pareja con un hombre cis llamado Osvaldo. Una noche, cuando volvían de festejar el cumpleaños de ella, Osvaldo se descompensa. Marina lo lleva al hospital donde él finalmente muere. A partir de ese momento, se desata una tormenta para ella, a quien la familia de Osvaldo no reconoce como su pareja y no le permite despedirse de él y quien, además, es acosada por la policía por sospechas infundadas en torno al fallecimiento de Osvaldo.

La película no necesita de escenas desgarradoras de abusos desoladores para mostrarnos cómo los derechos de Marina se vulneran solo por ser trans (aunque hay algunas situaciones que se acercan a eso). Lo vemos en la forma incómoda en la que le habla la familia, la forma en la que la policía la trata como una sospechosa, la forma en la que todas las personas que rodean a Marina la encasillan en un estereotipo. Todes creen saber qué esperar de ella y qué siente. Nadie la cree con derecho a llorar a Osvaldo, a ir al funeral a despedirse o a quedarse con los recuerdos de su vida juntes. Por ser trans, Marina tiene que deshacer su vida con Osvaldo, dejar atrás la casa, el perro, sus cosas. Como si su amor, por no ser heterosexual, nunca hubiera existido.

A lo largo de la película, Marina se refleja en el espejo de la sociedad una y otra vez, ve la imagen distorsionada que este le devuelve e intenta, con todas sus fuerzas, no terminar creyéndola real.