Cuando la tecnología reproduce estereotipos de género
Nunca se preguntaron por qué Siri, a pesar de poder configurarse con voz masculina, tiene por default una de mujer, o por qué la mayoría de las voces de los GPS o la del traductor de Google son femeninas.
La tecnología reproduce y perpetúa imaginarios patriarcales que vinculan lo femenino a las labores de asistencia. Compañías como Apple, Google o Amazon decidieron que sus productos tecnológicos, que no poseen género, tengan voz femenina y en general un tono “sensual”, básicamente porque están dirigidos a cumplir funciones de asistencia y servicio.
Según un estudio publicado por la Universidad de Stanford, las personas prefieren voces femeninas cuando el contenido está vinculado a lo emocional, pero cuando el contenido es científico, eligen voces masculinas porque estas últimas “generan más credibilidad” y se asocian más con la autoridad. No hace falta estudiar en Stanford para afirmar que estas preferencias responden a una cosa: al patriarcado.
Hace un par de años, en España, la Confederación Nacional de Mujeres en Igualdad, la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género y la Agencia Tangoº impulsaron la campaña #VocesEnIgualdad, con el propósito de visibilizar el sesgo de género presente detrás de la decisión de las empresas tecnológicas de asociar un producto, cuya función es de servicio, con lo femenino a través de una voz.
El hecho de que los productos que funcionan como asistentes virtuales tengan en su mayoría voces femeninas demuestra que la industria tecnológica, escudándose en estudios académicos cuyas conclusiones reflejan que las percepciones están permeadas por el patriarcado, lejos de romper con esta lógica, reproduce y fomenta en el imaginario social estereotipos de género que reducen lo femenino a un rol servicial y pasivo.